Vivian es una joven oriunda de Siria que se embarcó en un viaje solitario de Oriente Medio a Alemania, escapando de la guerra y sus daños colaterales de desempleo, hambre y caos social. Su viaje a través de Alemania la ha enfrentado con situaciones de extrema violencia simbólica, persecución y misoginia. Estos son los hechos descritos por su protagonista.
La historia de Vivian comienza en una pequeña ciudad de Lübeck en Alemania, a donde llegó en busca de asilo, permaneciendo allí durante cinco días. Vivian describe su primera experiencia de campo de refugiados en Alemania como un verdadero desastre. Tuvo que compartir una habitación hacinada con decenas de personas, tanto mujeres como hombres; las autoridades del campo no le brindaron información de ningún tipo y el trato discriminatorio tanto con ella como con el resto de las personas se volvió insoportable.
En este contexto de extrema precariedad, Vivian fue informada, casi de sorpresa y sin previo aviso, que no había más espacio para ella, obligándola a viajar hacia Berlín. Cuando llegó al LAGESO, las autoridades le informaron que tampoco había más lugar allí, por lo que le indicaron su nuevo destino, Frankfurt / Oder. Y así lo hizo.
Un par de horas después de su llegada a Frankfurt, las autoridades le confirmaron que “no había más disponibilidad de camas en el campamento” por lo que Vivian, una vez más, tuvo que volver a Berlín. De vuelta en la ciudad, una trabajadora social le informó que aún no había lugar para recibirla. En su desesperación, Vivian imploró un lugar para dormir y tomar una ducha. Sin una instrucción oficial, la trabajadora social se ofreció a Vivian un lugar en la casa de sus padres. Vivian aceptó y se quedó allí durante tres días. Esta familia le dio la bienvenida y sin pedir nada a cambio; Vivian dice que ella no olvidará jamás este acto humanitario.
Finalmente, el LAGESO le designó un lugar en el campamento de refugiados de Sporthalle Wiesenstraße – Herbert-Hoover-Oberschule en Wiesenstraße 56-58 situado en el barrio de Wedding a cargo de BTB – Bildungszentrum GmbH. Allí comenzó la segunda odisea para Vivian.
En esta cancha de baloncesto convertida en un campamento de refugiados, Vivian tuvo un papel muy activo por su capacidad para oficiar como un traductora Inglés / árabe. De esta manera, durante los 20 días que permaneció allí, Vivian se encargó de comunicar a las autoridades los problemas con el saneamiento y la limpieza, la mala calidad de la comida, el comportamiento autoritario de algunos miembros del personal de seguridad y la falta de privacidad dentro del campo. Demandas muy razonables teniendo en cuenta que el campamento fue armado en una cancha de baloncesto donde hoy sobreviven 200 personas en extrema vulnerabilidad.
La violencia simbólica era moneda común. En una oportunidad, la jefa del campamento le solicitó a Vivian que conformara un grupo de personas para limpiar todo el campamento debido a que algunos funcionarios de la LAGESO visitarían las instalaciones. Lo hicieron, pero nadie vino. La discriminación también, permanentemente la autoridad agredía verbalmente al grupo humano, tal como lo hizo durante una reunión donde convocó a todas las personas del campo y es ese contexto acusó a los “árabes de ser sucios”. Cuando Vivian trató de documentar este comportamiento racista, las autoridades prohibieron que lo haga, amenazándola con la posibilidad de ser expulsada. Unos días más tarde, esta amenaza se hizo realidad; Vivian fue trasladada a otro campo en contra de su voluntad.
Mientras tanto, 200 refugiados siguen viviendo en el campamento de Sporthalle Wiesenstraße sin las condiciones humanitarias mínimas para sobrevivir: un espacio hacinado, sin la suficiente iluminación natural, con poca circulación de aire y con sólo dos baños comunes.
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